Miedo al silencio es el miedo a reencontrarnos con nosotros. A reencontrarnos con nuestras dificultades, con nuestras angustias, con nuestras ilusiones, … incluso a reencontrarnos con nuestras alegrías.
Hablo de silencio como momento de no palabras y de no acción.
En el silencio descubrimos que hay ruidos y que pasan cosas. Nosotros paramos y las cosas se mueven, las emociones aparecen, los demás y el entorno nos hablan, …
Es cuando hay silencio que puedo escuchar. Puedo escuchar al otro y puedo escucharme a mí y al mundo. Puedo escuchar lo que siento, lo que me pasa, y desde esta escucha, puedo ver qué es lo que está pidiendo de mí este momento, esta situación, esto que estoy viviendo o esto que estoy sintiendo. Y desde esta escucha reemprender la acción.
¿Y qué es lo que da miedo del silencio?
Tener que atender y de atendernos.
- atender es arriesgado porque nos obliga a tomar responsabilidad de nuestras necesidades y de nuestra vida. Necesidades que a menudo están silenciadas para atender las de los demás, o silenciadas porque se alejan de nuestras voluntades. Muchas veces lo que necesitamos no coincide con lo que nos gustaría, o con lo que queremos.
- Atender es arriesgado porque la realidad puede pedir de nosotros algo diferente de la que queremos ofrecer.
El silencio nos lleva a la realidad y nos enfrenta con nuestros fantasmas, con lo que tenemos que resolver, con lo que tenemos que cambiar, con lo que tenemos que dejar, con lo que tenemos que empezar, con lo que no queremos ver o escuchar.
Escuchar nos hace responder en consecuencia.
A menudo utilizamos la acción como huida adelante, la utilizamos para no sentir, para no ver que hacemos, por creernos que estamos vivos.
Ponemos el piloto automático y basura, o vamos, sin saber qué hacemos, o dónde vamos.
El silencio es vida, es respeto, es comunicación. No hay comunicación si no hay escucha.
No posponer el silencio. ¡¡¡¡Disfrutarlo!!!!
Elisenda Vila
Psicóloga
